viernes, 29 de octubre de 2010

El milagro creativo de las Sticom

La comedia en televisión parece haber encontrado su particular fórmula del éxito, y esta sin duda, lleva aparejado el nombre anglosajón de sitcom. Concebida como una eficaz "escoba" de las audiencias en los preliminares del prime time,  la sitcom o situation comedy (comedia de situación) es un formato televisivo de tiempo reducido, en torno a los 20 minutos de metraje, que desarrolla buena parte de su acción en tres o cuatro decorados con un número limitado de protagonistas, siempre inferior a la media docena. Esta evidente sencillez formal se erige como la aliada idónea para la sucesión de gags visuales y tramas que concluyen en el mismo episodio, suscitando una agradable sensación de ligereza y falta de pretensiones. Sin embargo, esto no asegura de ningún modo el éxito apabullante que han cosechado las sitcom. Más allá de sus características televisivas, la nueva comedia estadounidense es un hallazgo creativo en toda regla, una genialidad fruto de la inventiva de una incipiente clase de guionistas y creadores que han renovado las claves de un género agotado en sus  patrones tradicionales.
De hecho, en la pantalla grande la comedia vive, a mi entender, un momento crítico por su falta de originalidad y la estupidez de sus planteamientos, a pesar de que muchos reivindiquen a Judd Apatow y su legión de seguidores como el futuro del género. Estrellas como Adam Sandler, Ben Stiller, Chris Rock o Martin Lawrence rozan ya el patetismo, desgastados por la su incesante y particular repetición de tics y cansina verborrea, mientras que nuevas figuras como el hierático y sensacional Steve Carell no pueden desembarazarse de sus emblemáticos roles en televisión, concretamente en The Office. La comedia estadounidense se ha vuelto blanda, cansina, falsamente transgresora y muy apegada al espectáculo con el objetivo de aglutinar al mayor número de públicos posibles. Únicamente casos aislados como el de Resacón en Las Vegas o 500 días juntos lograron subir algo el nivel, por lo general mediocre y cazurro.
Curiosamente, las apuestas cinematográficas dramáticas parecen seguir una dinámica similar a la de su reverso cómico; las grandes historias, los personajes complejos, los intérpretes reconocidos y, en definitiva, la originalidad se mudan a la pequeña pantalla, dando lugar a lo que se ha denominado "la edad dorada de la televisión". No es pues de extrañar que la entrega de los premios Emmys, la gala donde se premia a lo más granado de la temporada, comience a levantar más pasiones que unos Oscar depauperados y carentes de interés.
Y precisamente los Emmys de esta edición han confirmado el fenómeno del que aquí venimos dando buena cuenta, la preeminencia de las sitcom dentro de los apartados de comedia. Consesuado por todos ha sido el rotundo triunfo  de la debutante Modern Familiy (que ha estrenado en España recientemente Neox y a la que hemos reseñado ya en este blog), una serie fresca, divertida, ciertas dosis de irreverencia y con algunas características ideales de la sitcom; seis personajes principales, escasos lugares de grabación y duración en torno a los 20 minutos; que funciona bien por la extravagancia de sus personajes (merecido el premio de secundario para Eric Stonestreet, el homosexual regordete) y la hilaridad absurda de sus actos. Además, se ha impuesto a veteranas como Rockefeller Plaza y Curb your Enthusiasm-Larry David, ambas sitcom de reconocido prestigio y amplio recorrido, The Office, Glee o Jackie con la genial Edie Falco y también considerada sitcom.
Y la lista no acaba aquí, es más, podemos decir que empieza en este punto. Probablemente son las dos series televisivas más famosas de la actualidad; dedicadas especialmente para jóvenes, humor gamberro, evidentes dosis de freakismo, sitcom modélicas, y varias temporadas de éxitos acumuladas sin un ápice de decadencia. Se trata de The Big Bang Theory y Cómo conocí a vuestra madre. La primera, a la espera de su cuarta temporada, nos sitúa en la compleja atmósfera social de un apartamento compartido por dos nerds ("cerebritos") expertos en física cuántica pero absolutamente ignorantes de cómo vivir en el mundo real y sus retos, como, por ejemplo, ligar con chicas. Uno de sus protagonistas, Jim Parsons ha vencido esteaño  a pesos pesados como Carell o Larry David en la categoría de Mejor Actor Principal de los Emmys, y sin duda, no es algo gratuito teniendo en cuenta la construcción de su personaje Sheldon, todo un marciano al que ni siquiera se puede contemplar sin evitar la carcajada.
Cómo conocí a vuestra madre es, por otro lado, una veterana (el 20 de Septiembre estrenó su sexta y quizás última temporada) que ha basado su éxito en una original premisa mantenida milagrosamente durante años; uno de sus protagonistas, Ted Mosby, narra a sus hijos la historía que lo llevó hasta su madre aunque, evidentemente, se distraiga infinitamente por el camino con las divertidas experiencias que vivió con el resto de sus compañeros, entre ellos, el apoteósico Barney, en mi opinión uno de los grandes personajes televisivos de la historia (Neil Patrick Harris continúa pidiendo a gritos un premio por ello, pero todas sus nominaciones a los Emmys y Globos de Oro no terminan de fructificar). Esta sitcom es, sin duda, el paradigma de la genialidad de unos creadores que continuan, año tras año, ideando situaciones tan inverosímiles como rematadamente entretenidas; una viva recomendación que no podeis dejar de ver.
Naturalmente, la lista es muy larga y no tenemos espacio (aunque lo haremos más adelante) para referirnos a todas; Dos hombres y medio con Charlie Sheen, Las aventuras de Christine, United States of Tara (creada por Spielberg e interpretada por Toni Collete), Will y Grace, Me llamo Earl, Scrubs  y un largo etcétera. Es realmente desolador que en nuestro país este formato haya brillado por su ausencia ante el voraz interés de los responsables televisivos, más pendientes en los ingresos publicitarios de series de más de una hora que ocupen todo el prime time, que de la propia calidad de las mismas. Así, sólo han sobresalido 7 Vidas, en un poco disimulado intento de imitar a la sitcom por excelencia, Friends, o la repetitiva y burda Escenas de matrimonio.
Las sitcom están de moda y con todo su derecho. Este humilde crítico aficionado al cine no puede más que disuadiros de ver una película cómica de dos horas y el típico y pasteloso final feliz, al tiempo que os anima a disfrutar de tres o cuatro capítulos de estas joyas de la televisión (todas ellas disponibles en la madre-Internet) si realmente quereis sentir cómo la originalidad y el buen rollo os desarma en forma de adicción. ¡Quién me iba a decir que algún día instaría a ver la televisión!

domingo, 24 de octubre de 2010

El II Festival de Series de Madrid reune a miles de aficionados a la ficción estadounidense

Que el mundo de las series americanas ha cautivado a millones de espectadores españoles es un hecho incontestable. Sin embargo, la moda por las apuestas televisivas del otro lado del Atlántico está alcanzando cotas inimaginables hace algunos años atrás. El pasado jueves 21 de Octubre arrancó la segunda edición del Festival de Series de Madrid organizado por la plataforma de televisión de pago Digital+, la cual finaliza hoy tras un éxito de público abrumador que corrobora la enorme expectación que levantan las series estadounidenses entre el público español.
El escenario elegido como centro neurálgico de la actividad del certamen ha sido el Círculo de Bellas Artes de la capital madrileña, donde se han proyectado preestrenos exclusivos, como el del episodio piloto de la nueva serie de la HBO Broadwalk Empire dirigido por Martin Scorsese y con Steve Buscemi como protagonista, y se han celebrado encuentros con personajes clave de la ficción televisiva, como en la inauguración del Festival, de la que estuvo encargado Nestor Carbonell, más conocido como el Richard Alpert de la ya mítica serie de ciencia ficción Perdidos (a la cual se rindió homenaje ayer Sábado).
De igual modo, se han celebrado actividades paralelas en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense y en los diferentes centros comerciales FNAC de la ciudad, consistentes en talleres y charlas con el mundo de la ficción televisiva como nexo de unión.
Más allá de las proyecciones y pases de episodios, el Festival de Series se ha visto complementado por actividades varias que ha pretendido aglutinar al mayor público posible, ya fuesen adictos o no a las series. Es el caso del pasacalles de la banda Dixieland Jazz con motivo del estreno de otra serie de la HBO, Treme, comprada aquí por TNT; el equipo de cheerladers de baloncesto que acuden hoy a presentar Hellcats; o la exhibición de motos organizada esta tarde para dar paso a la serie de Fox Crime Sons of Anarchy.
La agenda de hoy domingo incluye una atención especial a los más pequeños con el Festival Junior Disney, en el que se proyectarán las películas Campanilla y el Gran Rescate y Hannah Montana Forever, así como la actuación de Lucía Gil, cantante ganadora del último concurso de de Disney Channel sobre Camp Rock. De igual modo, los más nostálgicos tendrán una nueva cita con las series de siempre, organizadas en un ciclo imprescindible que incluye Bonanza, Embrujada, Luz de Luna o Las chicas de Oro.
Los organizadores del certamen, con Digital+ a la cabeza, no han perdido la oportunidad de promocionar a lo grande buena parte de su programación para el resto de la temporada, algo que no deja de ser una estratégica comercial por otro lado válida. No obstante, más allá de los más que evidentes intereses de mercado puestos en liza, iniciativas como esta confirman una tendencia manifiesta en los gustos de una población que acuden cada vez con mayor voracidad a Internet para ver sus series favoritas, algo que se está intentando erradicar con estrenos simultáneos y especiales en las cadenas de pago.
Puede consultar toda la información acerca del Festival en la página oficial de Digital+.

viernes, 22 de octubre de 2010

La familia americana se torna disfuncional


A tenor de los índices de audiencia y los premios cosechados en los diferentes premios anuales de televisión, la familia vuelve a estar de moda como excusa cómica para la ficción de la pequeña pantalla. Y lo hace con el descaro y la mordacidad que únicamente puede suscitar la disfuncionalidad. Se trata de voltear los consabidos clichés y las rancias formas de lo comunmente aceptado, y presentar un producto final excéntrico y a la vez cotidiano para el gran público. En cada familia, al fin y al cabo, existen particularidades que difícilmente mostraríamos a personas del exterior.
Son muchos los ejemplos de este nuevo movimiento de ficción cómico que utilizan los patrones de la sitcom como vía predilecta para llegar a los salones de los espectadores y que de modo muy interesante apareció en un reportaje de Rocío Ayuso para El País Semanal recientemente. Las desventuras de Charlie Sheen y su alter ego en Dos hombres y Medio han alcanzado ya la séptima temporada y su éxito de público promete un largo recorrido aún por llegar, mientras que la familia polígama de Big Love, protagonizada por Bill Paxton y Chloe Sevigny, ya cuenta con cinco años en antena a pesar de lo arriesgado de la propuesta en un país de un conservadurismo militante como Estados Unidos. También podríamos incluir en este grupo a la transgresora y algo bizarra serie de animación Padre de Familia, cuyo responsable, Seth McFarlane, se encuentra en la cresta de ola gracias a las también exitosas  American Dad y El show de Cleveland, ambas cimentadas bajo la apuesta sincera de retratar a la familia del modo más heterodoxo posible como máxima ineludible. Incluso el mundo reducido de Wisteria Lane, con sus Mujeres Desesperadas como representantes del feminismo más militante, puede suponer una manifestación más de una tendencia actual evidente.
No obstante, si en este curso ha sorprendido una serie por la frescura exhibida en su planteamiento y su clara apuesta por la familia como objeto del análisis cómico más divertido, esa ha sido Modern Family. Con tan sólo un año en antena, esta sería concebida por Steve Leviatan y Christopher Lloyd (hermano del responsable de otra delicia cómica, Cómo conocí a vuestra madre), se alzó con triunfadora absoluta en la pasada edición de los Emmys con seis premios entre los que se incluían el de Mejor serie de Comedia, el mejor guión y el de Mejor actor de reparto para Eric Stonestreet.



La premisa sobre la que se asienta es bien sencilla; tres familias de muy diversa naturaleza conectadas por parentesco a través de Claire (Julie Bowen). Esta forma junto a Phil (Ty Burrell) lo que podría catalogarse como una familia convencional compuesta por tres hijos, aunque la realidad que acontece cada día en la casa pudiera sugerir todo lo contrario. Por otro lado, el hermano de Claire, Mitchell (Jesse Tyler Ferguson), acaba de formar otra familia con Cameron (Eric Stonestreet), su pareja  y un bebé al que acaban de adoptar en Vietnam. Y al fin, Jay, el padre de Claire y Mitchell, viudo y ahora casado con una explosiva colombiana (Sofía Vergara) mucho más joven que él y con un hijo de diez años de una relación anterior.
Como es constatable, el juego que da una serie con este mosaico de situaciones familiares estrambóticas (es la primera vez que una cadena de televisión en abierto coloca a una pareja de homosexuales como protafonistas)  es incalculable, y sus creadores no han perdido la oportunidad de suscitar tanto el conflicto como el sentimiento aglutinador propio de las familias. Modern Family encuentra su principal virtud en la liviandad de sus episodios, de apenas 20 minutos de duración, en los que se plantea una o varias tramas que tiende a conectar los mundos distantes y a la vez tan cercanos de los tres núcleos familiares. De igual modo, la estética ideada con la que se narra las desventuras cotidianas, supone una ingeniosa vuelta de tuerca a los patrones tradicionales televisivos, ya que se utiliza una técnica muy cercana al mockumentary (véase al respecto el artículo de Online.com) Para ello, la cámara en mano y las declaraciones de los personajes insertadas a modo de confesor estilo Gran Hermano se erigen como herramientas indispensables de enorme valor y eficacia discursiva. La excentricidad, por otro lado,  de cada capítulo brota de modo espontáneo y con un nivel por lo general bastante elevado, aunque téngase en cuenta que no se eluden los lugares comunes o las evidentes fricciones utilizadas en otras comedias familiares.
Modern Family ha alcanzado la gloria de modo tan fulminante que algunos ya han llamado la atención acerca de la posible sobrevaloración a la que ha sido sometida. De gran interés es el artículo escrito por teuve, una de las comunidades albergadas por el sitio web de El País, en el que cuestiona la genialidad de la serie norteamericana y los perjuicios de la instantaneidad del consumo por internet del público.

Sea como fuere, Modern Family ha supuesto un agradable presente para la ficción cómica estadounidense que rompe con la hegemonía de otras apuestas muy alejadas de la familia como The Office o Rockefeller Plaza. Y es que es un hecho, lo raro triunfa: la familia no podía ser menos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

La séptima temporada del Doctor House llega a España el 26 de Octubre


El doctor House regresa y lo hace con escaso retraso respecto a la premiere norteamericana, celebrada el pasado 20 de Septiembre. La cadena de televisión generalista Cuatro, entrenará la séptima temporada de forma simultánea a Fox España el próximo 26 de Octubre en horario estelar, con la que espera liderar las noches de los miércoles por encima de otras propuestas de ficción como Tierra de Lobos en Telecinco. Pero la campaña de promoción no queda ahí; Cuatro ha programado para la noche de hoy el último capítulo de la sexta temporada (tras la segunda parte de Millenium), a través del cual enlazar con el estreno inminente de la próxima semana a modo de aviso para navegantes fanáticos de las desventuras del doctor House.
La serie estrenada en 2004 por la cadena de pago estadounidense Fox, continúa así su senda de éxito entre público y crítica tras la laureada sexta temporada, para muchos la mejor hasta ahora. Y es que el caracter socarrón, cínico y arrogante de House (interpretado por el magnífico Hugh Laurie) ha conquistado a legiones de fans de todo el mundo, como el reverso oscuro de lo políticamente correcto y las normas del buen gusto; la ficción televisiva se traslada así, espoleada por los índices de audiencia, a terrenos que muestran la cara menos amable de unos personajes tan atormentados como atractivos.
Para esta séptima temporada, el doctor House repite equipo médico aunque con bajas de última hora. La actriz Olivia Wilde se incorporará más adelante, ya que se encuentra rodando la película Cowboys & Aliens, espacio que suplirá de forma esporádica Jennifer Morrison, Matthew Lillard, Amber Tamblyn y la veterana Candice Bergen, tal y como informa la página oficial de la serie.
Con tan sólo cuatro episodios exhibidos en Estados Unidos, House llega a España de forma casi simultánea, confirmando el compromiso de Cuatro a estrenar sus series con escaso margen respecto al estreno en su país de origen. Todo ello va encaminado a paliar el "efecto internet" que ha modificado las formas de consumo de los espectadores, quienes suelen ver los episodios subtitulados y al día siguiente de su exhibición.

viernes, 15 de octubre de 2010

El "efecto Mad Men" aterriza en España


En un mundo donde los sentimientos no importan tanto como el saber venderlos, el cinismo más recalcitrante y la doble moral descarada de aquellos encargados de forjar sueños, se constituyen como rutinas profesionales que inevitablemente terminan por ser llevadas al hogar. Quizás por ello, por esa mezcolanza de elegancia aparente, mentiras y luchas intestinas, una serie de televisión ambientada en los años 60 en torno al mundo de la publicidad como Mad Men haya cosechado un éxito tan apuballante que traspasa las fronteras de lo estrictamente artístico y se interna en otras esferas como la moda o la prensa popular. Ayer jueves, Canal+  dedicó toda la programación de la jornada a rememorar la tercera temporada de la serie estadounidense como preludio necesario al estreno en España de la esperada cuarta temporada, desde hace algunas semanas emitiéndose en Estados Unidos. El efecto Mad Men se expande.
 
La sección de televisión de la agencia Europa Press, Chance Tv, informaba el pasado lunes en un artículo titulado "Todo vale para ser un Mad Men", del maratón que la cadena de pago española estaba preparando para la premiere de la cuarta temporada de Mad Men, emitido ayer, en el que se incluían diferentes documentales de producción propia así como una recopilación de los momentos más emblemáticos de la serie, entre ellos su aparición (concretamente la cabecera) en Los Simpsons o en la versión norteamericana del Saturday Night Live.
La llegada a España de una nueva entrega de la serie confirma la enorme expectación que se ha creado en torno a las desventuras de Don Draper y sus colegas de oficina de la avenida Madison de Nueva York. La serie de la cadena privada AMC (responsable de otro título tan interesante como Breaking Bad) nos traslada a los inicios de la era de la publicidad, una época en la que las restricciones que conllevaron la postguerra han desaparecido en favor de un consumismo feroz que inculcar en la mente de los nuevos compradores. Más allá de la mera crónica financiera-creativa que se presupone en este tipo de empresa, Mad Men indaga en las relaciones interpersonales de sus trabajadores y desvela los tratos manifiestamente vejatorios a los que se sometía a las mujeres, vistas como meros objeto de deseo en el lugar de trabajo y recluídas a puestos sin responsabilidad alguna. La situación de la mujer en el hogar tampoco era mucho mejor, condenada a cuidar a una familia sin más aliciente que permanecer incorruptibe al paso del tiempo.
 
Matthew Weiner, su creador, ha sabido imprimir a la serie una estética tan personal y poderosa, que cada temporada ha supuesto un nuevo impulso a su progresiva conversión a una obra de culto que traspasa fronteras. Si hace algunos meses teníamos noticia por The New York Times (enlace) de que los personajes principales servirían de modelo para una nueva gama de muñecas Barbie (incluido Ken), en las últimas semanas han aparecido diferentes portadas de revistas con parte del elenco de la serie. Así, la versión estadounidense de Rolling Stone abría en septiembre con una maravillosa fotografía de Jon Hamm junto a las bellas January Jones, Christina Hendricks y Elizabeth Moss, mientras que la versión británica de la revista GQ lo hacía con la exhuberante Hendricks en solitario, dando paso a una extensa entrevista con la actriz.
Como se preguntaba Jon Hamm en una entrevista concedida a la agencia Efe en la feria audiovisual Mipcom de Cannes a comienzos de Octubre (artículo aquí), "¿Qué le pasa al mundo, que ha convertido a estos maestros del engaño y la infidelidad en sus nuevos héroes?". Es indudable que lo polémico o todo aquello que está prohibido atrae y mucho al público. La conducta de los personajes de Mad Men no es ni mucho menos modélica, sin embargo fascina a una legión de incondicionales. El pasado miércoles el diario El País publicaba un reportaje, "El día en el que Mad Men cambió sus vidas" (artículo), en el que se afirmaba que la serie se "había convertido en un icono de estilo y de un modo de hacer televisión", oponiéndose a la hegemonía de ficción que detentaban las cadenas públicas ABC, NBC o Fox. ¿La razón? Se ofrece un producto de calidad que rompe con las dinámicas tradicionales de las series televisivas y que concibe al espectador como un sujeto activo y exigente.  
El efecto Mad Men es hoy día un hecho incontestable. Ahora llega la cuarta temporada y aún queda mucho camino por recorrer. Como decía ayer Hamm en una entrevista a Clarín, "podríamos llegar a la decada de los 70". 

jueves, 14 de octubre de 2010

En Construcción

Muy pronto comenzaremos con toda la actualidad televisiva estadounidense